Últimamente el nombre de Europa está de actualidad por haberse creado instituciones que quieren contribuir a revalorizar el Viejo Continente, cuna desde Grecia de la civilización Occidental. Los proyectos de unidad europea, la creación y sucesivas ampliaciones del Mercado Común o Comunidad Económica Europea con la entrada final de España en dicho organismo (1º de enero de 1986)... el pueblo recuerda a Europa y muchas veces los que hablan de ella no saben el origen de este nombre... y no sospechan que Zeus se halla íntimamente ligado con su historia.
Una antigua tradición relata que dos mercaderes cretenses (recordemos que la isla de Creta había alcanzado una refinadísima civilización antes que las tierras continentales de Grecia) que traficaban en la costa del marinero pueblo fenicio bañado por el Mediterráneo (costa actual del desgraciado Líbano), vieron una joven de belleza singular llamada Europa y la raptaron, caso muy frecuente en aquella época (y en todas, porque desgraciadamente la trata de blancas es un mal endémico), para ofrecérsela a su rey, Artesio. Aparejaron un barco que llevaba un hermoso toro blanco en la proa; lo que no sabían es que éste era el propio Zeus, que había adoptado aquella forma para salvar a la joven y unirse a ella, naturalmente.
Sin embargo, el relato clásico más admitido es como sigue: Europa era hija de Agenor, rey de Fenicia, y hermana de Cadmo, fundador de Tebas. La muchacha era bellísima, pues de no serlo nadie se hubiera ocupado de ella, ni Zeus hubiera pretendido gozar de sus encantos. Su piel era blanquísima (y los expertos quisieron ver después en ello una alusión al color de la piel de los pueblos habitantes de ese Continente) y brillante y había hurtado a Hera los cosméticos con los que la diosa se embellecía, de forma que parecía una diosa siendo mortal.
Zeus, que por aquel entonces recorría infatigable todos los rincones de la Tierra en busca de "contactos" amorosos, la vio un día jugando con las arenas de la playa en candorosa desnudez. Pronto se inflamó el deseo del dios ante aquella aparición de tan hermosa doncella. Pero Zeus, siguiendo sus propios dictados, no quería nunca abusar de su poder ni precipitar los acontecimientos, de forma que prefería siempre que fueran ellas las que se entregaran, aunque fuera por seducción o engaño, pero nunca por la violencia, siendo necesario a veces la metamorfosis del dios en animal. Así acudió a ella y se transformó en un blanco y manso toro.
Con aire dulce y cariñoso avanzó por la hierba, dirigiéndose al prado en donde tras bañarse Europa había ido a jugar con sus amigas. Al verlo, las demás muchachas huyeron lanzando gritos de pavor. Únicamente Europa no demostró temor alguno. Cautivada por el hechizo de Zeus, acercóse al toro blanco, de mirada tan mansa y atrayente, que ella tendió la mano y le acarició la testuz. Puso entonces al cuello del magnífico animal una guirnalda de flores. Cuando vio que el toro se arrodillaba a sus pies, se montó en su lomo y acomodóse en él. Era el momento que esperaba Zeus, instantáneamente el toro salió corriendo y, ante la consternación de las amigas y de la propia Europa, saltó al mar con la doncella sobre él.
Pero el toro cabalgaba sobre las olas con tanta suavidad, que ningún mal aconteció a la muchacha. Finalmente llegaron a la orilla opuesta, que era la isla de Creta, en donde Zeus se le reveló en todo su esplendor y allí gozaron del amor, pues la joven debió aceptar complacida: ser amada por el padre de los dioses no debía ocurrir todos los días y como el idilio tuvo lugar bajo los plátanos, éstos obtuvieron el privilegio de no perder nunca las hojas. Europa dio tres hijos a Zeus: Minos y Radamantis, futuros jueces del Infierno, y Sarpedón, héroe que encontraría la muerte en Troya. La casó después legalmente con el rey de Creta, Asterión, el cual no teniendo hijos adoptó los de Zeus. A su muerte, Europa recibió honores divinos. El toro, cuya forma había adoptado Zeus, se convirtió en la constelación de Tauro y el continente al que la transportó se denominó Europa.
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